Boletín de Análisis Económico, año 1, núm. 19
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Resumen
La economía mexicana transita hacia el cierre de 2025 con señales de desaceleración estructural. Aunque el empleo formal conserva cifras históricas, los cimientos productivos muestran desgaste: el retroceso en la producción y exportación automotriz y la caída persistente en el número de patrones revelan un entorno empresarial más frágil, especialmente entre micro y pequeñas unidades. Este contraste entre fortaleza laboral aparente y debilitamiento empresarial sugiere que el mercado de trabajo continuará con tensiones en los próximos meses, en la medida en que disminuye la capacidad de la economía para generar nuevos empleadores. Al mismo tiempo, la industria enfrenta uno de sus escenarios más complejos desde 2020. La contracción prolongada del IMAI, junto con las nuevas presiones arancelarias desde Estados Unidos, plantea riesgos adicionales para manufacturas, particularmente automotriz y metalmecánica. Ante la falta de un motor claro de impulso, ni inversión pública ni demanda externa, el crecimiento nacional dependerá cada vez más de factores internos como el consumo y los servicios, sectores igualmente afectados por la persistencia de una inflación subyacente elevada. De no revertirse estas tendencias, el país podría cerrar el año con un crecimiento moderado, pero sostenido en una base productiva cada vez más estrecha.