Sistemas productivos ante el cambio climático: problemáticas y alternativas
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Resumen
El desarrollo sostenible implica la búsqueda continua de un balance entre actividades productivas que impulsan la economía regional y el bienestar social, y la conservación de los recursos naturales y la biodiversidad. La ganadería extensiva es un ejemplo de un severo desbalance entre conservación y desarrollo, pues esta se traduce en la sustitución de la cobertura vegetal nativa por grandes extensiones de gramíneas y es, a nivel mundial, la causa primordial de la destrucción de hábitat, la pérdida de especies, la contaminación de cuerpos de agua, entre otros. Se estima que 55 millones de hectáreas en el mundo han sido deforestadas para la producción de ganado. De las emisiones globales de gases de efecto invernadero, cerca de 51% están vinculadas a la producción de alimentos de origen animal. No obstante, las actividades agropecuarias son la base del sustento de la gran mayoría de las comunidades rurales en los trópicos. En México, 23% de la población depende económicamente de estas actividades que, además, forman parte fundamental de su cultura. Un inmenso reto para la ciencia es poder proveer soluciones que permitan alcanzar el paradigma del desarrollo sustentable. Desde el punto de vista social, un sistema productivo sostenible implica lograr la autogestión de las actividades productivas, de manera provean un bienestar social, sin comprometer la disponibilidad de recursos para las generaciones futuras. Para llegar a esto se requiere la apropiación de sistemas productivos que sostengan y mejoren las actividades productivas actuales, y promuevan la soberanía alimentaria regional y las cadenas productivas locales. Para esto es indispensable una planificación regional que incluya a los actores interesados en este esquema, impulsando así, un proceso en el cual la investigación, la participación local y la adopción de nuevos sistemas productivos vayan de la mano. Desde una perspectiva ecológica,, el desarrollo sostenible implica el reto de conservar la mayor proporción de biodiversidad en un paisaje modificado por las actividades productivas. Con este fin, el conocimiento de la relación entre la diversidad filogenética, genética y funcional y los procesos ecológicos y evolutivos es fundamental para poder restaurar porciones del ecosistema original.